LA CIRCUNSTANCIA, LA SOLUCIÓN Y EL “MIÁ PA QUÉ…”

A mitad de los años 60 un buen día el maestro nos dijo que en breve nos visitaría el gobernador civil, que ese día no habría escuela y que nos repartiría una banderita de España de aquellas de tela y mango de madera –aún no conocíamos el plástico-  para ir a recibirlo.

El día llegó y como mandaban los cánones toda la chavalería de las cuatro o cinco aulas que entonces había en el pueblo, subimos calle Valencia arriba hasta la entrada del pueblo. Una vez llegamos al lugar de espera, nos colocaron a ambos lados de la carretera y nos advirtieron que cuando el maestro nos diera la señal, agitásemos con brío las banderas como muestra de entusiasta bienvenida a la autoridad competente.

También acudieron vecinos del pueblo que se apostaron en las cunetas con la misión de aplaudir y vitorear al sr. gobernador y como final de la comitiva se situó la Corporación Municipal, el juez de paz, el cura y el cabo de la G. Civil. En un lateral cerca de las autoridades, la banda de música interpretó algún pasodoble durante la espera y el himno nacional cuando el gobernador se bajó del coche oficial y saludó con la mano a los asistentes estrechándola a las autoridades locales y demás fuerzas vivas de la villa.

El recorrido desde el punto de llegada hasta la puerta del Ayuntamiento en la plaza, fue todo un acontecimiento por la algarabía de la chavalería y los vítores y aplausos de los vecinos que se habían acercado a recibir al prócer y lo acompañaban al ritmo de pasacalles.

Una vez en la plaza, el alguacil tocó la trompetilla para solicitar silencio y el sr. alcalde se dirigió a los presentes en voz alta dando la bienvenida al gobernador y le dio las gracias por el interés que había tenido en visitar el pueblo y le invitó a tomar la palabra. El gobernador agradeció las palabras del alcalde y elogió la hospitalidad de los vecinos y después de un discurso cansino y lleno de autobombo por los logros que el régimen estaba consiguiendo en España, se volvió hacia el alcalde para agradecer de nuevo la invitación y la ocasión que le había prestado para conocer “este precioso pueblo”.

El alcalde se dirigió a los vecinos y les conminó a que le hicieran peticiones y presentaran preguntas al gobernador. Solo una vecina se atrevió a preguntarle:

  • Sr. gobernador, en los últimos años todos los otoños se marchan varios vecinos a las capitales y en el pueblo cada día quedamos menos. Ustedes que tienen mano y pueden, ¿Por qué no ponen los medios para que podamos trabajar en el pueblo y no tengamos que marcharnos fuera?

El gobernador le preguntó al alcalde que cuántos vecinos quedaban en el pueblo y a la respuesta del alcalde, dijo:

  • ¡Aún quedan tantos!, pues aún sobran la mitad.

La respuesta dejó mudos a la vecina que preguntó, al alcalde y a toda la vecindad y dando las gracias se metió al Ayuntamiento junto a la Corporación y el personal de su séquito. El alguacil indicó a los chicos, vecinos y músicos que podían volver a sus quehaceres y que se acabó lo que se daba.

Esta historia real que viví en primera persona indica la verdadera realidad que se dio en toda la comarca de Molina y en general en la España del interior durante los años del abandono de los pueblos en busca de un futuro mejor con la connivencia de los mandatarios de la época.

La pregunta que nos hacemos sería la siguiente: ¿Podría haberse desarrollado la zona para evitar el éxodo de los pueblos? ¿Sería capaz el régimen de proporcionar inversiones y empleo suficiente para que no se “vaciara” el territorio? Y la respuesta es difícil por varias razones:

-No había ninguna infraestructura básica para facilitar la inversión (carreteras, ferrocarriles, agua corriente, comunicaciones, polígonos de desarrollo, servicios generales, etc., etc.).

-La mecanización del campo dejó sin faena a la mayoría de los vecinos cuya actividad principal era la de ser labradores.

-Convenía facilitar a las zonas industriales (Cataluña, País Vasco, Madrid y Periferia) mano de obra abundante y barata que además habían vendido sus pertenencias (ganados, tierras, animales, etc.) para reinvertir lo obtenido dando la entrada de un piso en su nuevo lugar de residencia.

Conviene hacernos también otra pregunta: Las gentes que emigraron a Cataluña, Madrid, Zaragoza o Valencia, hubieran conseguido el bienestar económico, la educación de los hijos y otras ventajas y oportunidades que encontraron en otros lugares y su tierra no les proporcionaba? La respuesta es evidentemente no.

Mucho ha sido el avance que la comarca y en general la España despoblada ha conseguido durante la época democrática, sin embargo no ha sido suficiente para recuperar la población y los niveles de desarrollo que cualquier ciudadano merece. En la actualidad parece que existe voluntad política y asignación de recursos con el fin de revertir la situación y conseguir que no se siga despoblando el territorio. La creación del ente denominado Reto Demográfico y la elaboración de la Ley contra la Despoblación del Gobierno de Castilla la Mancha, pueden ser herramientas de ayuda pero conviene recordar que será la iniciativa privada la que con sus inversiones, generen el empleo y la riqueza necesaria para llevar a buen puerto el objetivo.

Las administraciones públicas deben facilitar las mejores condiciones para que empresas, emprendedores y ciudadanos encuentren abonado el campo de la inversión. Para ello hay muchas –demasiadas diría yo- ideas y opiniones pero mientras no desterremos el victimismo, el “miá pa qué”, el ya te lo decía yo y otras muchas sentencias que los asesinos de sueños dedican, generalmente en las barras de los bares ante cualquier noticia de la llegada de algún proyecto, no llegaremos a ninguna parte.

Hay que ser realistas y ver que hay procesos irreversibles y lo importante es saberlo, asumirlo e intentar encontrar el tratamiento adecuado para sujetar el deterioro y como mínimo mantener un grado de actividad razonable pero de esas fórmulas hablaremos en otra ocasión.

Por cierto, se me olvidaba, para conseguir recuperar una actividad y un desarrollo prudente de la comarca y evitar que se siga despoblando hay una cosa que es primordial y obligatoria, GANAS DE TRABAJAR.

 Fernando Marchán Moreno (Alcalde de Milmarcos)

Esta entrada tiene un comentario

  1. Espléndido y muy acertado análisis.

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