Dentro de las numerosas propuestas que se trabajan encaminadas a conseguir dinamizar la actividad socioeconómica de nuestra comarca molinesa, seguramente la que cuenta con mayor índice de consenso entre todos los agentes implicados se focaliza en la creación y potenciación de un sector turístico de calidad que ejerza como motor del resto de actividades económicas.
Todos sabemos que España es una potencia turística de primer orden, hasta el punto de que su P.I.B. depende en gran medida de los ingresos que generan los más de setenta millones de turistas que nos visitan cada año. El “boom” de esta gran industria turística tiene su origen en los años sesenta cuando se produce una oferta muy atractiva de “sol y playa” en un país cuyo contexto sociolaboral garantizaba una alta competitividad por sus bajos costes laborales, ofrecía una gran capacidad de acogida (recuérdese los famosos “latin lover”), disfrutaba de una importante paz social , contaba con buenos servicios sanitarios, y donde se gozaba de un amplio nivel de seguridad (en todos los sentidos). Pero este tipo de turismo de masas (formado por clases bajas y medio-bajas europeas) no podía generar un mayor valor añadido porque su poder adquisitivo quedaba suficientemente satisfecho con los servicios que recibían sobre la arena. Es entonces cuando se plantea aprovechar el gran tirón del turismo de masas para crear una oferta turística de alta calidad basada en el enorme potencial que tiene España tanto desde el punto de vista histórico-artístico (castillos, catedrales, monumentos etc.) como sociocultural (gastronomía, arte, ocio nocturno etc.) que resultara atractivo para las clases medias y altas de todo el mundo y que dejara de mirar a la costa para centrarse en el interior peninsular.
La iniciativa privada contribuyó decisivamente aportando un desarrollo fulgurante de infraestructuras turísticas de calidad (complejos de 4 y 5 estrellas de las grandes cadenas hoteleras españolas) y la iniciativa pública acertó de pleno con la creación de la Red Nacional de Paradores de Turismo, cuyo prestigio internacional sigue manteniéndose a día de hoy. De ahí la importancia que tiene la implantación en nuestra comarca del Parador Nacional ya que” pondrá a Molina en el mapa”. Y no sólo eso, pues una infraestructura turística pública de tal prestigio debe servir como referente y revulsivo para impulsar desde la iniciativa público-privada, la creación de una nueva red comarcal de establecimientos turísticos (hoteles rurales y restaurantes) que suponga una amplia oferta de calidad, lo que necesariamente hará que se multiplique su atractivo.
Podemos definir al turista como aquella persona que decide libre y voluntariamente disfrutar de los servicios y/o experimentar las vivencias o sensaciones ofertadas porque le resultan atractivas. Por tanto, resulta evidente que para crear un sector turístico singular hay que empezar por articular y concretar una buena oferta integral que acierte y/o sea capaz de generar una irresistible demanda al potencial turista. En el caso de nuestra comarca molinesa (donde todos sabemos que no hay playa) existen enormes posibilidades para explotar el turismo interior, en especial el de naturaleza (Parque Natural del Alto Tajo, Geoparque, hoces fluviales etc.). Sin embargo, la oferta turística es tan pobre y dispersa (salvo la de la caza) que lejos de suponer un motor para su desarrollo económico, la mayor parte de las veces y debido a la mala calidad de los servicios, genera el efecto contrario al que se pretende.
Pensando en positivo, y con el ánimo de contribuir a la generación de esa oferta única y concreta que distinga el turismo de nuestra comarca por su singularidad, se me ocurre la siguiente propuesta: Crear EL CAMINO DE LAHOZ emulando al famosísimo Camino de Santiago, pero con la particularidad de que se articularía en torno a cuatro caminos principales, uno por Sexma, y cuyos trayectos serían de tres etapas (dos noches) para poder hacerlos en fines de semana concluyendo así el domingo en el santuario de la Virgen de Lahoz.
Poco podía imaginar el rey Alfonso II de Asturias, (considerado el primer peregrino en acción de gracias a la tumba del apóstol Santiago El Mayor), el enorme tirón que más de mil años después sigue despertando en millones de peregrinos venidos de todos los rincones del mundo para obtener su “compostelana”. Resulta indiscutible la aportación que ese constante flujo cultural de peregrinos multirraciales hizo en la configuración de los valores de la Europa actual, como también resulta indiscutible la riqueza que crea en todas las poblaciones por la que discurre su itinerario. Es cierto que nada tiene que ver el peregrino medieval con el del siglo XXI, pero existe un denominador común en todos, que es ese trasfondo de espiritualidad el que excita al peregrino y hace que se motive de verdad, espíritu sin el cual nadie pocas personas darían un primer paso para emprender este tipo de caminos. De ahí que el final del trayecto deba ser un centro de peregrinaje como el santuario de la Virgen de Lahoz, patrona de toda la comarca.
El objetivo fundamental que se persigue es el de generar un flujo turístico que aporte riqueza a toda la comarca, en base a una oferta exclusiva por su singularidad y comodidad: Territorio, paisaje, naturaleza virgen, etnografía, historia y arte, todo ello trufado de espiritualidad, son los valores que conforman la oferta turística del Camino de Lahoz. Como indicaba anteriormente, existirían cuatro caminos principales coincidentes con cada una de las cuatro sexmas: Camino de la Sierra, Camino del Sabinar, Camino del Pedregal y Camino del Campo que a su vez podrían subdividirse en otras alternativas dentro da cada camino principal. Lógicamente deberían potenciarse caminos existentes como el del Cid, el de los Tratantes etc. que a día de hoy son meramente testimoniales. Dado que serían trayectos de fin de semana, sería necesario establecer una red de albergues municipales para garantizar la pernoctación de dos etapas más la de inicio en los pueblos de origen.
Un proyecto así requiere de altas dosis de entusiasmo y de una fuerte implicación de todas las Administraciones Públicas y del Obispado pues sin su decidida colaboración resultaría imposible. Creo sinceramente que sería un éxito sin precedentes, aunque también soy consciente de que lo que más cuesta es dar el primer paso. Desde aquí, y en nombre de Tierra Molinesa nos ofrecemos a dar ese primer paso ¿Quién se apunta?
Ernesto Esteban
Presidente de Tierra Molinesa