La trufa “pata negra” de Molina

Hace sesenta años el corresponsal de ABC en Guadalajara, Luis Monje Ciruelo firmaba, en la primera página de Nueva Alcarria, un artículo cuyo título: “Una nueva riqueza de muchos pueblos de la provincia: las Trufas” y subtítulo “Algunos buscadores se han hecho ricos en pocos años” eran una incitación a su lectura.

 

Decía el maestro de periodistas, fallecido recientemente en junio de 2022: “Hace unas semanas recogíamos en la sección de sucesos la noticia de la detención por la Guardia Civil de unos buscadores de trufas que llevaban veinticinco kilos de este hongo, cogidos en el monte acotado de Saúca. Para muchos lectores esta fue la primera noticia de que en nuestra provincia había trufas … La trufa es un hongo … Con su feo aspecto de patata negra, la negra es un condimento exquisito, muy codiciado por los gastrónomos”.

 

“Los Ayuntamientos han empezado a arrendar sus términos para la explotación de su riqueza trufera. Hasta ahora los términos conocidos como truferos son los de Canredondo -éste es de los más ricos-, Abanades, Cortes de Tajuña, Luzaga, Hortezuela de Océn … Varios de ellos perciben como derecho de extracción de las trufas cantidades anuales que oscilan entre 41.000 pesetas en Canredondo y veinte mil o veinticinco mil los demás”.

 

Y finalizaba su crónica: “Es posible que haya trufa en otros muchos puntos de la provincia, puesto que abundan los montes de carrascas, por lo que no estaría de más que se vigilasen los movimientos de los desconocidos que recorren los encinares con perros y zurrón, pero sin escopeta” (Nueva Alcarria, noviembre de 1963.

 

Estos buscadores, que dieron a conocer nuestra riqueza trufera, eran expertos, principalmente catalanes y navarros, que tenían en mucha estima esta riqueza enterrada, auténtico manjar y regalo de la naturaleza. Y son los que movieron a nuestros paisanos de Peralejos, Adobes, Piqueras y pueblos aledaños a buscar y adiestrar los primeros perros truferos en la Sierra de Molina. Al punto que, en pocos años, Molina de Aragón, concretamente el bar Cavero o San Juan, la estación de Mora de Rubielos (Teruel), Graus (Huesca) y Morella, se constituyeron en principales puntos de venta de un mercado y una actividad semiclandestina, que se llevaba en el mayor secretismo, por la fluctuación y el precio que podían alcanzar estos preciados hongos (“tuber melanosporum”).

 

En noches cerradas de los meses de noviembre a marzo, época en que su recolección estaba en pleno apogeo, se podía observar en los alrededores del mentado bar molinés, extrañas maniobras de salidas y entradas hacia las camionetas y coches, para ver el género, que en ningún caso se exponía a la luz pública, ajustar el precio y sellar los tratos, con intermediarios venidos a veces de lugares tan lejanos, como el sur de Francia.

 

Pero sigamos al maestro de periodistas, sabueso de noticias, Luis Monje Ciruelo en su crónica firmada en Nueva Alcarria de 22 de marzo de 1969, esta vez en páginas interiores: “Termina la campaña trufera en la provincia. A mil doscientas pesetas se ha llegado a pagar el kilo de trufa”.

 

“La fiebre de las trufas, este moderno oro vegetal que durante siglos ha permanecido oculto e ignorado en el subsuelo de nuestros montes, se ha despertado también en la provincia… Fueron los buscadores profesionales, llegados principalmente de Cataluña, los que descubrieron esta riqueza de nuestra tierra…

 

La trufa es un aromático hongo de penetrante olor muy característico, de color negro cuando madura y de aspectos desagradable. Se cría a un palmo o dos de la superficie, cerca de los bordes de las encinas, y nada muestra su presencia si no es su penetrante olor, perceptible solo al olfato de perros y cerdos cuando están amaestrados”.

 

Si en el anterior artículo se refería únicamente a los pueblos del Ducado, del partido de Cifuentes, en este, además de Canredondo, Saúca o Luzaga, como lugares en que se halla la trufa, en este se amplía -sin citar municipios- a “algunos lugares del partido de Molina”.

 

“Este año -decía- no ha sido mucha la cosecha, debido, sin duda a la falta de lluvias durante el verano pasado. Pero, aun así, los truferos han obtenido saneadas ganancias”.

 

Tan solo dos años después, se da a conocer una iniciativa, que cuenta con dos singularidades: el hecho asociativo para la localización y comercialización de este producto natural, y el aval oficial para su promoción, que como era de esperar, por ambos motivos, quedó únicamente en noticia.

 

En la primera página del semanario Nueva Alcarria, de 3 de julio de 1971, con una foto de un hombre de campo y su perrillo, escarbando y señalando el oro negro, se acompañaba la siguiente noticia: “UNA COOPERATIVA TRUFERA EN MEGINA”.

 

“Desde hace un año, y promovida por la Agencia de Extensión Agraria de Checa, funciona en Megina una Cooperativa dedicada a la recolección de un producto natural de sus montes: La trufa.

 

Enterrada a diez o más centímetros, su característico y penetrante aroma permite su localización por medio de perros amaestrados que rastrean el terreno y marcan el suelo con su señal.

 

El funcionamiento de esta Cooperativa ha permitido la comercialización de la trufa, con un notable incremento en los precios. Y los poco más de un centenar de habitantes de Megina, logran ingresos muy estimables por las cosechas de trufas (Foto: Ildefonso)”.

 

Pero la cosa no quedó ahí en la España desarrollista, de los procuradores en Cortes y de la Organización Sindical, en que las clases sociales tenían contrastes de pareceres con la España oficial, se dio un curioso y sorprende encuentro propiciado por el aparato oficial. La crónica viene, en este caso firmada por Gregorio Checa López, natural de El Pobo de Dueñas, a la sazón emigrado a la capital maña.

 

El titulo puede parecer un tanto aparatoso: “La sierra de Molina mostró a España la riqueza trufera de sus montes”.

 

“Que en Zaragoza se reunieron el día 16 de noviembre más de dos mil doscientos buscadores de trufas, con ser una convención de mucho bulto, no hubiera movido a NUEVA ALCARRIA a gastar espacio; pero si en esa convención formaban un centenar de molineses, eso ya es otra cosa.

 

Y así es la escueta verdad: dos hombres, pequeños, pero fuertes como raíces de encina, pregonaban por las calles de Zaragoza que Guadalajara producía la codiciada trufa en los encinares de Megina, Pinilla, Terzaga y hasta por El Pedregal y los robledales de El Pobo de Dueñas. Y voces de esos buscadores del oro negro que es, por estas tierras, la trufa … disfrutaron en el almuerzo fraternal que el Presidente de la Sociedad Exportadora de Trufas (S.E.P.S.A.), don Rafael Puig Llivina, procurador en Cortes… ofreció a los buscadores de trufas en el Salón de la Feria Oficial y Nacional de Muestras, servido con el lujo con que sabe hacerlo el Hotel Corona de Aragón. Presidieron estos actos el gobernador militar, el gobernador civilcon la representación sindical .. capitaneada por el presidente nacional del Sindicato de Frutos y Productos Hortícolas, don Antonio González Saéz, que ostentaba la representación del ministro de Relaciones Sindicales, García Ramal.

 

Tanto movimiento por tan insignificante producto de nuestros encinares debía de tener sus fuertes causas y claro que las hay … Tras de evitar esa expoliación y formar técnicamente a los buscadores para que el fruto no sufra desperfectos o la codicia agote los trufales, es menester llevar seguridades sociales a los buscadores”. Sin eufemismos, el periodista seguía diciendo: “don Rafael Puig ha logrado dar unas primas de cincuenta pesetas por kilo de trufas entregado, más la firma de un seguro de muerte o invalidez por medio millón de pesetas o de 500 pesetas diarias en caso de enfermedad o accidente transitorio”, con lo que terminaba desvelando el sentido del negocio y la operación:

 

“Ahora hace falta rastrear todos nuestros encinares para saber aprovechar esta riqueza de Guadalajara. Cuando hayamos conseguido esto, se podrá llevar a cabo la industrialización de la trufa, que algo tienen para ir a Francia. Aún con todo esto” -se refería a los buscadores furtivos y el mercado negro- “la trufa ha ingresado más de dos millones de dólares en el fondo de divisas que España posee”.

 

“Quizá pronto se pueda llegar al cultivo de este hongo. Sería este descubrimiento un jalón en el desarrollo de nuestra provincia” (Nueva Alcarria, 27 de noviembre de 1971).

 

Aunque esto será tema, como el Quijote, de una segunda parte.

 

Juan Carlos Esteban Lorente.

 

 

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