Quienes hayan leído en los últimos días algunas informaciones publicadas por prestigiosos medios de comunicación sobre la situación de la provincia de Guadalajara, se habrán quedado maravillados y hasta, de no vivir aquí, desearán hacerlo. Vamos, todo un lujo, casi, casi, asiático.
Pues sí, porque estadísticas en la mano, Guadalajara lidera el crecimiento en España, junto a otras como Toledo, Gerona y Tarragona, en el periodo 2000-2016, y eso a pesar de la crisis financiera y urbanística que ha medio arrasado España. Así, con estos datos en la mano, Guadalajara ha sido la provincia que más ha crecido del país en su Producto Interior Bruto (PIB), nada menos que el 120 por ciento, en esos años. También ha liderado en España ese índice en finanzas e inmobiliario, así como en variación de población -sí, no se sorprendan, en variación de población-, con un crecimiento record del 60 por ciento. Y ha sido la segunda provincia de España en variación en positivo de su PIB en comercio y hostelería. Vamos, un lujo de provincia. Y luego nos quejamos.
Pero ya sabemos que las estadísticas lo aguantan todo. ¿qué ocurre entonces para que siendo estos datos tan extraordinarios luego por la Sierra de Caldereros, o por el Alto Tajo, por las llanuras de la sexma del Campo, estemos camino de la despoblación absoluta?
Sencillo, la situación en la parte de Guadalajara no es mucho mejor, no crean, es más la propia capital está de capa caída, solo hay que ver cómo está su comercio o su industria, pero evidentemente el efecto Madrid acaba por contaminar todo y la llegada de algunas grandes empresas, multinacionales y zonas de logística al Corredor, así como el desplazamiento de población desde la capital de España hasta pueblos limítrofes en Guadalajara más económicos para comprar vivienda, han motivado esos índices maravillosos del PIB que nos colocan como líderes de España. Pero, en realidad, son extraordinariamente engañosos y ocultan la realidad.
Guadalajara es hoy algo solo y únicamente por la influencia de Madrid, por ese potencial enorme de la capital del Reino que necesita servicios y más servicios, que genera trabajo de toda clase y condición y permite a miles de guadalajareños trabajar allí frente a la cada día más pobre y precaria oferta laboral provincial. Y sí, los jóvenes, cualificados sobre todo, tienen que irse de Guadalajara a Madrid para buscarse el porvenir. Eso es Guadalajara hoy, a pesar de lo que digan las estadísticas.
Pero sirven para ocultar esa otra realidad que vivimos en la otra Guadalajara, la de Sigüenza, Molina, La Alcarria o la Sierra, esa que no está a una docena de kilómetros del Corredor. Esa otra provincia es la que refleja también el Boletín Oficial de la Provincia en sus datos de población de cara a las elecciones municipales del 26 mayo.
Se acaban de publicar los datos de población y número de concejales de los municipios del Partido Judicial de Molina. En sus 59 municipios tan solo 7544 habitantes; solo 11 de estos ayuntamientos están entre los 100 y los 250 y tendrán 5 concejales; únicamente dos municipios están por encima de los 250 y por ello contarán con 7 concejales; y solo uno,
Molina, claro, tiene 11 acaparando prácticamente el cincuenta por ciento de la población comarcal. Todos los demás, todos, por debajo de los 100.
Así que algunos ayuntamientos tendrán verdaderas dificultades para encontrar alcaldes y concejales, porque además saben que están desamparados, con problemas de todo tipo, abandonados a su suerte y sin que ningún partido político asuma de una vez por todas un programa de apoyo al medio rural serio, meditado, firme, con recursos suficientes y lejos de las manidas e inservibles subvenciones, y es que pesan mucho los votos de las zonas urbanas pobladas para que se ocupen de los más pequeños y desvalidos.
Mientras, la cuarta parte de la provincia se muere y sin embargo nos dicen que somos los que más crecemos, los más guapos y altos de España. ¡qué bien!
Fernando H. V.
16 Mar 2019Esto es consecuencia de la estrategia política , ya desde los años 60, de concentración poblacional en las grandes ciudades para suministrar mano de obra a la industria. Y ninguna ideología política, ni la derecha ni la izquierda, la del PSOE poca izquierda, para revertir el proceso cuando se veía el colapso de las ciudades superpobladas como Madrid y Barcelona preferentemente.
Nunca ha interesado una política para fijar población en la zona rural, ya que no da rédito de votos ni popularidad.
Y lo más curioso es que cuando se le pregunta a muchas personas que viven en las ciudades más pobladas, en un porcentaje elevado comentan que en un pueblo se vive mejor, y con una mayor calidad de vida.
Mientras a esas personas, que quizás se fueran a vivir a un pueblo, no se les de algún tipo de ventaja económica o social, creo sinceramente que no habrá remedio para esta enfermedad crónica de la despoblación…… que a mí, con todo el dolor que me produce por tener mis raíces en este entorno rural, se me hace dolorosamente terminal.
Como diría aquel, espero con una esperanza febril equivocarme. Ojalá.