El pasado 2 de octubre se ha incluido en la Lista Roja del Patrimonio a la ermita de la Soledad de Campillo de Dueñas. La Lista Roja del Patrimonio es una iniciativa de la Asociación Hispania Nostra, que forma parte de Europa Nostra, una institución europea que agrupa a más de 400 organizaciones activas en el campo del patrimonio cultural distribuidos por el todo el territorio europeo y cuyo objetivo es defender el patrimonio cultural español y europeo.
No se conoce el origen de esta ermita pues no existe ninguna noticia de ella en los libros parroquiales, pero su antigüedad parece al menos del siglo XVI. La primera noticia que se tiene de este lugar es del año 1696 en los libros de cuentas de fábrica, donde se menciona con motivo de la reparación del tejado. En 1797 fue realizado el retablo del altar que costó 2.800 reales. En 1904 fue trasladada la imagen de la Virgen de la Soledad a Madrid y restaurada a cargo de D. Atanasio Malo y su esposa. Muy ligada a las celebraciones de Semana Santa, era mantenida por una cofradía conocida en el pueblo como la “de los muertos”.
La ermita de la Soledad lleva décadas en estado de ruina y abandono; perteneciente al Obispado de Guadalajara, el cual en su día se negó a su restauración por el Ayuntamiento de Campillo, que deseaba llegar a un acuerdo por el que vecinos y Ayuntamiento costeaban la obra si la ermita pasaba a un uso compartido religioso cultural que la salvara de su lamentable estado. Naturalmente el obispado no ha invertido un solo euro en su consolidación con lo cual su estado actual es un peligro para los paseantes y vehículos que pasan bajo sus muros.
Y no sólo eso, la pérdida patrimonial y cultural para el pueblo y la comarca que perderá un ejemplo de arquitectura religiosa que hubiera sido en su día perfectamente recuperable… decenas de ermitas en el Señorío de Molina han corrido la misma suerte: las de San Sebastián en Rueda, Piqueras y Torrubia, las de San Esteban en Cubillejo del Sitio y Cuevas Labradas, la de Santa Bárbara en Amayas, San Pedro en Pardos, Virgen del Amor en Terzaga, San Roque en Herrería, la del Gavilán en Anchuela del Pedregal, San Marcial y San Mamés en Taravilla…
Está claro que a pesar de la encomiable labor de los párrocos rurales que han sabido remover a los vecinos para costear las obras de ermitas e iglesias por toda la comarca, el Obispado poco o nada se ha preocupado por mantener en pie los monumentos religiosos que le pertenecen, escudándose en su uso único como lugar sagrado tras una restauración que ellos mismos no costean. Esta política ha llevado a la ruina buena parte del patrimonio comarcal, y lo que nos espera… la demostrada sensibilidad de ayuntamientos y vecinos de la comarca no puede toparse con esta política nada abierta que está conduciendo a la ruina numerosos monumentos, es un deber moral del Obispado llegar a acuerdos razonables con vecinos, asociaciones y ayuntamientos.
Andrés Garcés
21 Oct 2020La ruina de estas ermitas son la demostración práctica e in situ de la degradación moral y ética de la iglesia católica en nuestro territorio. Las Sexmas y no los ayuntamientos deberían empoderarse y arrebatar el control y la gestión de estos monumentos, para un uso cívico y común. Para ello la Común Molinesa puede ejercer sus derechos y poderes y plantar cara a la institución eclesiástica que en vez de colaborar por el desarrollo de nuestra tierra parece hacerle la cama al abandono y la despoblación. Otro tema es, en manos de quien está la Comunidad del Real Señorío de Molina y su Tierra, quien gobierna este, nuestro más preciado estamento, donde van y en que se invierten sus réditos y rentas, y su falta de independencia.