Cada municipio cuenta con algo singular que hace que la mirada del visitante recale en ello nada más llegar. En el caso de Villel de Mesa, su castillo es, sin duda, un edificio que no pasa inadvertido para nadie que llega al municipio. Situado sobre una gran mole rocosa, se encuentra en medio de la localidad y aunque está declarado Bien de Interés Cultural, su mal estado de conservación, incluso con peligro de derrumbe, lo que podría afectar directamente a viviendas colindantes, levantó todas las alertas que han llevado a iniciar unas obras de emergencia.
De propiedad del Ministerio de Hacienda, su estado se ha ido deteriorando con los años y ya asociaciones en defensa del patrimonio como Hispania Nostra lo incluían en 2019 en su Lista Roja de Patrimonio por su alto grado de deterioro y abandono. Su ayuntamiento no era ajeno a esta situación de la que también había avisado, pero a principios de año, tras la caída de varias piedras que alertaron de un riesgo inminente, el alcalde, Pedro Lozano, escribió una carta a la propiedad del mismo instándole a tomar medidas. Fruto de esta misiva, el ministerio de Hacienda ha aprobado un proyecto de intervención que acaba de iniciarse para consolidar la estructura del castillo y para el que se van a invertir cerca de medio millón de euros.
“La rehabilitación es una obra de emergencia que se va a hacer porque hay un peligro”, explica el primer edil quien señala que el aparejador y arquitecto que van a llevar a cabo el proyecto ya lo han visitado y se ha iniciado el andamiaje para su actuación.
“Las obras consisten en el andamiaje, que conlleva una inversión muy importante, para poder realizar las actuaciones de consolidación del edificio para que no se caiga”, añade su alcalde quien señala que son unas “obras muy delicadas” por lo que es difícil concretar el tiempo de ejecución, pero estima que llevarán mínimo todo el verano.
Lozano destaca y agradece la diligencia del Ministerio de Hacienda en agilizar la actuación de emergencia que se ha iniciado en apenas dos meses de enviar su escrito.
Tanto su alcalde como la Asociación de Amigos del Castillo de Villel de Mesa llevan años luchando por la conservación de esta fortaleza. En este sentido, el primer edil señala que hace más de 15 años se llevó a cabo una pequeña intervención financiada por la Diputación pero que cualquier actuación, como la que ahora se lleva a cabo, requiere de una importante inversión. De ahí que, si bien es seña de identidad del municipio, Lozano ve complicado que pueda llegar a restaurarse para su visita completa aunque “se está trabajando para mantener lo máximo posible”.
Valor patrimonial
Más allá de prevenir posibles daños está el valor patrimonial de este castillo que es un claro referente de la historia en el Valle del Mesa.
Como señalan desde Hispania Nostra, se trata de un castillo de estructura muy sencilla, con planta rectangular de unos cuarenta metros de largo, más bien pequeña, con orientación aproximada norte – sur. Su pequeño tamaño es difícilmente explicable, si no es por la limitación física de su base rocosa y porque estuvo subordinado a la fortaleza del Mesa, ya que se levantó en una zona estratégica a caballo entre tierras castellanas y aragonesas, con continuas incursiones de ambos reinos.
El núcleo de la construcción es de tapial, pero gran parte de la estructura se encuentra cubierta de sillares, por lo que los muros son extremadamente gruesos en algunos puntos. En él se puede diferenciar un patio de armas en el centro y dos torres desiguales a los lados.
Su origen, según Hispania Nostra, es una incógnita si bien se barajan dos hipótesis posibles basadas en el estudio realizado por Francisco Layna. Bien que tenga su origen en las continuas guerras entre Castilla y Aragón; o bien que los árabes levantaran una pequeña alcazaba o una atalaya sobre el peñasco y los castellanos la aprovecharan a partir de la repoblación.
Lo que sí se sabe es que perteneció durante largo tiempo a la familia que le ha dado nombre: los Funes, tal y como señalan desde la Asociación de Amigos del Castillo de Villel de Mesa.
Esta familia era de origen navarro y llegó a la zona para participar en la repoblación. Jugó un importante y diplomático papel entre el reino de Castilla y la Corona de Aragón, lo que le permitió estar siempre en posesión de la fortaleza y la villa.