Las viviendas o edificios históricos en estado ruinoso proliferan en los pueblos de la comarca molinesa. Hasta diez contabilizan en la capital del Señorío. El elevado coste de su rehabilitación, la ausencia de propietarios o la dificultad de encontrarlos y la falta de ayudas públicas son algunos de los escollos de un verdadero problema para los alcaldes de estos pueblos.
La huella del despoblamiento se hace visible en las calles de los pueblos de la comarca molinesa. No sólo se percibe por la ausencia de vecinos sino por una foto que se repite: casas que se van desplomando con el paso del tiempo, porque nadie las cuida, porque no son de nadie. No sólo generan problemas estéticos sino sobre todo, destrozos en los edificios anexos a causa del deterioro. “Es una lastra”, resume el alcalde de Cubillejo de la Sierra, Luis Miguel López, municipio molinés de apenas medio centenar de habitantes, que cuenta con “unas quince casas abandonadas”.
“Los edificios en ruina son un problema”, insiste, “a veces, de consecuencias graves, porque provocan humedades en las casas de al lado”. La raíz de esta situación se encuentra, a su juicio, en “el escaso valor” de esas viviendas. Casi siempre es más caro dejarlas morir que rehabilitarlas. Pero también alega la “falta de vínculo” de los propietarios de estos edificios con el pueblo. Y es que, “en algunos casos, ni siquiera hay herederos; en otros, son casas de gente que se ha ido y no ha vuelto. Si el propietario tiene vínculo con el pueblo, al final la arregla”.
Es una situación que arrastran desde “hace bastantes años”, afirma López, “pero nosotros somos una entidad menor y no podemos hacer mucho”. El único intento hasta la fecha, un Bando municipal con el propósito de concienciar sobre el problema y de que “esos propietarios se dieran por aludidos”. ¿Tuvo éxito? “Al menos conseguimos que una persona desescombrara la casa y la dejara como solar, con su pared perimetral”, cuenta.
A la dificultad de ser un ayuntamiento pequeño se suma el hecho de que la solución “no parece fácil. Si no se inicia ningún expediente, ahí se quedan”. Y el proceso suele ser bastante farragoso y largo. Primero hay que localizar a los propietarios si los hubiera y darles la notificación. Si no se halla respuesta, hay que publicar el expediente en un proceso de información pública. Si tampoco hay respuesta, el Ayuntamiento tendría que encargarse de la demolición -de forma subsidiaria- y asumir los costes. Sería una solución para evitar daños mayores, como los derrumbes.
La pelota está en el tejado del Ayuntamiento de Molina de Aragón, la capital de la comarca. Es el que puede responder a este problema, alega el alcalde de Cubillejo, porque es el que tiene la entidad suficiente para hacerlo. Ha habido intentos pero con poco éxito. “El anterior alcalde no hizo nada por solucionarlo”, dice López, “pero el nuevo ha prometido que lo van a mirar y enviar a los técnicos. De hecho, a Cubillejo ya han venido”.
En Molina, empiezan a redactarse los primeros informes, según confirma el alcalde de Molina, Francisco Javier Montes, que lleva desde el pasado junio en el cargo. Han estado “año y medio sin arquitecto técnico en el Ayuntamiento” y el pasado 10 de diciembre llegó una nueva arquitecto técnico, Sara Herranz Marco.
Además, “se les va a enviar a los propietarios de estas casas una carta para instarles a que las arreglen. A los propietarios que figuran en el catastro, claro”.
La capital del Señorío tampoco ha sido ajena al problema. En marzo de 2019 parte de un muro de un edificio de la calle Capitán Arenas de Molina de Aragón se desgajó de su fachada durante la noche. Tuvieron que intervenir los bomberos del CEIS, que balizaron la calle por seguridad ante el peligro de desplome, aunque afortunadamente, no hubo daños personales.
El alcalde contabiliza hasta “una decena de casas en ruina” sólo en la capital y cita, además otros pueblos de la comarca que poseen viviendas en mal estado: Cubillejo del Sitio, Anchuela del Pedregal y Tordelpalo. “Aunque es una situación que afecta a casi todos los pueblos de la comarca”.
Sin ayudas
A la dificultad de encontrar a los propietarios y del elevado coste de las rehabilitaciones se suma la falta de subvenciones de las administraciones para viviendas en ruina.
El Plan de Inversiones del anterior presidente provincial, José Manuel Latre, incorporaba ayudas para ayuntamientos y entidades menores a municipio (EATIMs) para arreglo y mejora de inmuebles en mal estado, pero únicamente englobaba a los edificios municipales.
Por otra parte, la dirección general de Vivienda de la Junta de Comunidades cuenta con una línea de subvenciones para la conservación y rehabilitación de viviendas finalizadas antes de 1996 pero sólo afecta a aquellas que constituyan el domicilio habitual y permanente de sus propietarios. Y en los casos de las casas en ruina, es precisamente éste, el punto más espinoso. Ya no viven en ellas.
Patrimonio en ruinas
La ruina amenaza no sólo a viviendas particulares sino también a casonas nobles, castillos, torreones o iglesias, un patrimonio que también forma parte de los pueblos y que, en muchos casos, conforman la historia y el pasado de la propia comarca. El alcalde molinés, Francisco Javier Montes, admite que “éste es otro problema” con varios flecos y refiere, en concreto, la mala situación del Palacio de los Arias. “Nos preocupa porque se va a venir abajo”, dice.
En estos casos, de nuevo la propiedad, es el objeto de la discordia. “Perteneció a una inmobiliaria, que ya no existe” y explica que es habitual que la titularidad vaya pasando de mano en mano, en una especie de “limbo administrativo” que hace muy difícil encontrar a los propietarios actuales. “Si nos encargamos nosotros del derrumbe, supone un dineral para las arcas del ayuntamiento de Molina”.
En todos estos casos, sucede además que “nosotros queremos acelerar los procesos y encontrar pronto una solución pero Patrimonio siempre pide pausa. Hay que vallar, poner andamios…”.
En la Lista Roja de Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra, aún continúan esperando una solución varios edificios de la comarca molinesa. En Molina, la capital, figura el Palacio del Virrey Valdés, conocido también como Casa de las Pinturas, construida a partir de 1740, por el gobernador y virrey de las islas Filipinas Fernando de Valdés y Tamón, casado con una joven molinesa.
Su valor radicaba en que contenía todos los elementos del Barroco, época en la que fue construido. Especialmente destacaba su portada de acceso. Su progresivo deterioro y la pérdida de sus pinturas obligó a su inclusión en la lista de Hispania Nostra. Se encuentra “muy deteriorada” y con “pinturas al fresco que representan escenas de Manila y de las Filipinas, de las que apenas quedan restos visibles”, diagnostican desde la asociación
Apuntan además, que “durante un cuarto del siglo pasado, se transformó en edificio de viviendas en su interior, consiguiendo que no se derribase o modificase su aspecto externo, como algunos pretendían”. En 1975 se realizó el primer estudio sobre este palacio, donde se aportaban detalles e imágenes que aún podían verse y que hoy ya se han perdido.
De Traid a Torresaviñán
También en la Lista Roja se encuentra la Casa fuerte de La Bujeda, en la localidad molinesa de Traid. Se trata de un conjunto defensivo del siglo XIV, principios del XV, en el contexto de la Guerra de los Dos Pedros, que enfrentó a Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón. El conjunto se encuentra muy modificado por el añadido de edificaciones en épocas posteriores a su construcción. Abandonado y en estado ruinoso, hoy en día sirve como corral para el ganado. Su abandono además favorece los hundimientos y la climatología natural agrava más su deterioro.
Al listado se suma el Castillo de Villel de Mesa, conocido como castillo de los Funes, construido sobre una gran roca, llegando a medir los 40 metros de altura. Se sospecha que era un castillo auxiliar, ya que está cerca a la gran fortaleza del Mesa. Bien de Interés Cultural y de origen árabe o bajo-medieval, es un claro referente de la historia en el Valle del Mesa.
Actualmente, presenta “un alto grado de deterioro y abandono” y se encuentra en “muy mal estado de conservación, incluso con peligro de derrumbe en algún caso”, según Hispania Nostra. El derrumbe podría afectar a viviendas colindantes.
En la lista figura también el castillo de Torresaviñán, construido en el siglo XII por el señor de Molina, don Manrique de Lara, aprovechando una antigua torre musulmana, para frenar los ataques de las cercanas fortalezas árabes de Algora y Torremocha del Campo. El castillo fue reforzado en el siglo XIV y reformado en el XV. Está “en abandono y ruina progresiva”, según el diagnóstico de Hispania Nostra y presenta hundimientos.
La Atalaya de Los Casares, salvada de la UVI
La restauración ha salvado, de momento, a la Atalaya de los Casares, que el 14 de octubre de 2016 pasó de la Lista Roja a la Lista Verde de Hispania Nostra. Estaba en ruina progresiva debido a su abandono. De hecho, su escalera, ya no existe. Su valor radica en que se trata de la única torre bereber de la provincia. Su función era colaborar con el control del territorio recibiendo y emitiendo señales de humo por el día y de fuego por la noche.
Un caso de éxito: el torreón de los Ponce de León
Una de las pocas historias felices de edificios históricos en ruina es la del torreón de los Ponce de León en Cubillejo de la Sierra. En 2005, la Asociación Cultural ‘Sierra de Caldereros’ salvó de la ruina este histórico torreón militar y defensivo , un edificio del siglo XIII construido como torre vigía desde donde se dominaba un amplio territorio en la frontera del Señorío con Aragón.
La rehabilitación, financiada gracias a los propietarios, a los fondos Leader del Grupo de Desarrollo comarcal y la Diputación, después de que la asociación consiguiera su cesión, ha permitido abrir el Museo Histórico y Centro de Interpretación de la cultura celtibérica, un espacio que da a conocer la historia del pueblo a través de un recorrido fotográfico y documental.
Es la otra cara que muestra las grandes posibilidades del patrimonio rehabilitado.