Por Pierre Dessimond
El 13 de Julio del 2012, llegamos a Castellar de la Muela, tras un largo viaje. La decisión de venir fue largamente meditada…
Yo ya hacía unos años que estaba jubilado en Francia, tras vivir la vida a tope: Hijo de un minero-agricultor y de una maestra rural, estudié Magisterio y fui voluntario en Orán para alfabetizar a los adultos. Después, en Francia, trabajé en la Banca (director); estudié Derecho y Economía; jugué al Rugby (de hecho, fui presidente de un Club que subió a Segunda División); participé en Rallyes en Francia y en otros países de Europa; creé un Museo de coches antiguos; abrí una empresa de vinos; trabajé como voluntario en una escuela de personas con autismo y tengo el carné de Prensa, entre otras cosas…
Había leído mucho sobre España y la verdad es que no era la primera vez que venía: Había estado aquí, allá por los años 60. Así que tomamos la decisión, entre otras cosas, por las recomendaciones médicas en relación con la salud de mi compañera.
Recuerdo la primera mañana que amanecimos en Castellar. Me llamó la atención la situación particular del pueblo, colocado en cuesta sobre un pequeño acantilado de rocas, que después supe que se conoce como “Muela”, así como la casa, rodeada de bellos campos de girasoles.
La primera salida fue al monte, que en esa estación encontré verdaderamente seco, pero con una particular belleza agreste. La segunda, subí a la “Muela” para ver el paisaje que se cierne desde el Mirador hasta lo que más tarde supe que era Caldereros: Edificios varios, granjas vetustas, numerosas casillas hundidas y abandonadas a su suerte…
Me llamaron la atención las losas que había en el plano de la Muela, se ve -según me dijeron- que allí se encontraban las antiguas eras donde se realizaba la trilla, que es algo de lo que había oído hablar, pero nunca había visto hacer.
Quedé maravillado por la belleza singular del antiguo lavadero público, restaurado hace unos años y, sin embargo, completamente destrozado –el agua se pierde por todas partes-.
Hay una Fuente en una especie de parque, rodeada de árboles, que dan una sombra exquisita en verano y a la que se llega atravesando un Puente hecho con dos grandes losas de piedra.
Naturalmente, de Molina me sorprendió la muralla -un tendero me explicó la historia de su construcción- y el puente al que algunos llaman romano y que resulta ser Románico, en un perfecto estado de conservación.
De los servicios y comercios de la ciudad me llamaron la atención varias cosas: La más importante, la buena acogida de sus responsables y el interés que muestran por las personas. Respecto a los estantes de productos, la gran cantidad de diferentes envases de tomate y de mayonesa y el azúcar en terrones de tamaño grande, que siempre he utilizado y que hasta hace poco no era capaz de encontrar. Sin hablar de los estupendos productos cárnicos y el espectáculo de productos en la pescadería: frescos , variados y a buen precio…
Adaptarse a los horarios de las comidas en España fue difícil, al menos al principio. Así como acostumbrarse a que si vas a ver a alguien, nunca te dejan marchar…Y que una barbacoa al mediodía dura hasta la hora de la cena… Y ya puestos, pues también cenamos…Y hay que ponerse serios, porque si te descuidas, ya te han preparado una cama…
Y qué decir de las efusiones sinceras de muchos habitantes del lugar: los dos besos, el abrazo… Los recibo y acepto con todo mi cariño, aunque me resulte extraño porque en mi comarca somos tirando a adustos.
También encuentro inusitado, en la misma línea, esa costumbre de enseñar toda la casa: desde los baños, a la cocina, dormitorios, y puestos hasta la despensa. Me choca todavía, pero los siento como un signo de confianza, cariño y amistad, y además lo agradezco, sabiendo que es algo normal.
Otra de las cosas que me resultan curiosas son esas conversaciones en las que se pueden enzarzar cuatro o cinco personas a la vez, cada uno hablando sobre una cosa diferente: Se responden, se preguntan entre ellos, pero no se escuchan…Empiezan hablando de flores y terminan con el zorro…Pues no…Me aseguran que se entienden, que siguen las diferentes conversaciones, y que controlan las preguntas y respuestas… Creo que me toman el pelo…
Mientras tanto, disfruto de largos paseos por el campo; de tomar fotografías de los sembrados, rebaños, parideras etc. y de los diferentes trabajos del campo.
Hace ya un tiempo, abrí una página en Facebook: “Nuevo Castellar de la Muela” y contra viento y marea, hemos llegado a 822 likes de personas de varias partes del mundo. Habré publicado más de un millar de fotos del pueblo y de su entorno y varias publicaciones en las que, como bien digo, hablo de lo bueno y bello, pero también, de lo feo y lo malo. Entiendo que no siempre gustan mis publicaciones, sobre todo cuando expongo los problemas del lugar, pero creo que es la única manera de que se avance: Cerrar los ojos y decir una y otra vez que todo es maravilloso, no lo transformará en maravilloso.
Ningún lugar es perfecto, pero siempre hay personas que ponen su empeño en buscar esa perfección y creo todos nuestros pueblos se merecen esa aspiración… Buscar la estética debería ser algo prioritario, y la verdad es que no siempre es una cuestión de dinero. La mayor parte de las veces solamente es necesario un poco de esfuerzo por parte de todos.
Reconozco que he conocido a grandes personas, que no voy a nombrar para no dejarme a nadie, e igualmente también otras que preferiría olvidar… Las primeras son muy numerosas y me quedo con ellas.
Sinceramente, pienso que esta Comarca merece la pena.
*** Pierre Dessimond nació en Vergongheon (Francia) en 1941 y desde el 13 de julio de 2012 es vecino de Castellar de la Muela, donde vive con su mujer. Estudió Magisterio, Derecho y Economía y emprendió una gran cantidad de proyectos en su Francia natal. Ya jubilado y debido a los problemas de salud de su mujer, decidió venirse a España y el destino le atrajo hasta nuestra comarca, de la que sigue descubriendo su belleza y su especial idiosincrasia.
Esteban
14 Feb 2019Mi tía Nati Ramón me hablaba de su amiga Perruca, no se si eres familia, nació en Rueda le la Sierra y vivía en Barcelona.
Marta Perruca
15 Feb 2019Pues no sé qué decirte. Yo tenía una tía Cocha que vivía en Barcelona, tía de mi padre.