La zona cero de la despoblación

“La zona cero de la despoblación ‘se va’ de Soria a Guadalajara”. Este es el titular con el que nos despertábamos hace un par de días y que publicaba un medio soriano para sorpresa de la mayoría e indignación de muchos de los que hemos dedicado, durante años, todas nuestras energías a la lucha contra la despoblación del mundo rural.

Sin duda, resulta un titular atractivo a simple vista. Por un lado, resulta llamativo porque no parece que sea algo literalmente posible, pero, además, recurre inteligentemente al sentimiento de pérdida, o incluso de arrebato, y si algo hemos aprendido en nuestros años de lucha es la enorme capacidad de los sentimientos para crear comunidad, identidad, y, por tanto, su capacidad para movilizar. Por ello creo importante detenernos por un momento para analizar las implicaciones del citado texto.

En este artículo se hacía referencia al reciente convenio de colaboración firmado entre el Instituto de Investigación y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica y el Instituto de Ingeniería de España. Este convenio, bajo el título “Señorío de Molina de Aragón, zona cero de la despoblación de Europa”, pretende servir de proyecto piloto para profundizar en el análisis de una de las zonas más despobladas de Europa y desarrollar una estrategia integral y específica para su recuperación. Sin embargo, siempre según el artículo en cuestión, la denominación de “Zona Cero” es un recurso con el que se había venido identificando el movimiento social contra la despoblación en Soria, y que, literalmente, “no se consultó el préstamo a Soria Ya”. El conflicto está servido, elijan su bando y a pelear.

Por dejar claros los antecedentes, diré que el recurso retórico de “Zona Cero” ya se había aplicado con anterioridad a Guadalajara, tal como recoge Paco Cerdá en su libro “Los últimos. Voces de la Laponia española”, publicado en 2017 por la editorial riojana Pepitas de Calabaza; el cual dedica sus capítulos a cada una de las 10 provincias que configuran la Serranía Celtibérica y donde el primero lleva el título de “Guadalajara. Zona Cero”. Sin embargo, creo mucho más importante dejar claro que las “zonas cero”, las “provincias más despobladas”, los “territorios más despoblados”, cualquier referencia entre zonas despobladas, debe, y subrayo, debe, servir para visibilizar la problemática, para requerir acciones concretas por parte de las administraciones; pero jamás para enfrentar a unos territorios despoblados contra otros.

Ya desde 2012, la Unión Europea viene señalando que las provincias, como delimitaciones administrativas, no reflejan correctamente la realidad de la despoblación. De hecho, siguiendo ese criterio, solo Teruel, Soria y Cuenca tendrían problemas por despoblación en España, y no el 54 % de su territorio, donde vive el 5% de la población española (con una media de 8,69 habitantes por kilómetro cuadrado), si consideramos directamente la densidad de población a nivel municipal en lugar de provincial.

Entre las diez áreas de baja densidad de población que surgen aplicando este segundo criterio (densidad de población a nivel municipal) se encuentra la Serranía Celtibérica, la cual sufre la menor densidad de población de España: 7,09 hab./km2. Este número es especialmente importante, ya que, al hallarse por debajo de 8 hab./km2, se puede aplicar a todo este territorio el acuerdo existente en el acta de admisión de Finlandia y Suecia en la Unión Europea, de 1994, por el que se define el concepto de “Área Escasamente Poblada”, y que hasta ahora solo se aplicaba a Laponia, en Finlandia.

Por otro lado, cabe destacar que Soria es la única de las provincias en las que todo su territorio forma parte de Serranía Celtibérica; con 88.600 habitantes (INE, 2018), 10.306 km2 de superficie y una densidad de población de 8,59 hab./km2. Efectivamente, la totalidad de la provincia de Soria entra dentro del mayor desierto demográfico de Europa, la Serranía Celtibérica, y por ello Soria puede “beneficiarse” de su proximidad a otros territorios con una densidad de población inferior, formando un frente común para la canalización de fondos estructurales europeos contra la despoblación. Ese es el caso de Guadalajara, cuyo territorio serrano (excluyendo el corredor del Henares) ocupa el 92,90 % de la provincia y, con 48.611 habitantes (INE, 2018) y una superficie de 11.303,81 km2, resulta en una densidad de población de 4,30 hab./km2.

Por desgracia, los datos pueden resultar tediosos y la realidad compleja de analizar. Resulta mucho más sencillo lanzar a la opinión pública mensajes contradictorios y sonoros juicios de valor como “contra la despoblación no todos van en el mismo barco”, frase final del artículo de marras e inspiración para esta humilde reflexión. Detrás de ella, espero, se esconde el pleno desconocimiento de los antecedentes que explicaba y una ligereza aseveratoria impropios del periodismo de calidad. La otra opción, la de los intereses políticos en el enfrentamiento, resultaría mucho más siniestra y difícil de asimilar.

Por nuestra parte, seguimos pensando que nuestro éxito contra la despoblación, de alcanzarlo algún día, no resultará jamás de enfrentar a las personas y a los territorios, sino de unir nuestras fuerzas ante el Gobierno de España y la Unión Europea. Así lo hicimos junto con los anteriores portavoces de Soria Ya, la Otra Guadalajara, la Plataforma Norte de Guadalajara y Teruel Existe, cuando, reunidos en Medinaceli el 18 de enero de 2014, decidieron apoyar públicamente el trabajo que desarrollamos desde Serranía Celtibérica. Así lo seguiremos haciendo para exigir una acción firme y coordinada contra la despoblación de nuestros territorios. Seguimos.

Francisco Burillo Mozota

Catedrático de prehistoria en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Zaragoza en Teruel. Fundador de la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica y Director del Instituto de Investigación y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica.

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