Intentaremos dibujar una visión global sobre el estado actual de la cuestión en las líneas que siguen:
Nos gustaría ser más optimistas en el análisis de la situación , pero hay una razón que se nos muestra tozuda para el pesimismo: la falta de población, especialmente de población joven, imprescindible para que la cultura popular y tradicional perviva y evolucione con empuje.
La mayor parte de los acontecimientos festivos se van concentrando en la primavera y en el verano y es ahí donde, afortunadamente, perviven, con mediana salud, muchas de las fiestas más populares del Señorío y alrededores. Esto ocurre en los núcleos más poblados como Molina (fiestas del Carmen y Loa y Danzas de la Virgen de la Hoz), y en las localidades de Sierra Molina (pimpollos de san Juan y san Pedro, fiestas patronales, etc.).
Es frecuente encontrarse con grupos de música y danza que acuden desde las vecinas tierras aragonesas y con los que el público molinés sigue sintiéndose identificado. Del resto de la provincia acuden dulzaineros, que provienen de las hornadas que han ido formándose en las escuelas de Guadalajara y Sigüenza. Estos gaiteros llevan en su repertorio los antiguos “pollos”, que siguen gustando por esta tierra y que constituyen, todavía hoy, la más destacada seña de identidad musical y coreográfica de la zona. Los pollos forman parte de los repertorios de los gaiteros y de las orquestinas populares, como la Banda de Milmarcos, que continúa con la vieja tradición de las formaciones musicales a caballo entre la música clásica y la popular.
Las charangas animan muchas fiestas e incluso acompañan antiguos rituales como los cantos de san Timoteo, en Alcoroches y algunos bailes de bandera. Este último aspecto de los bandereos es uno de los más importantes del folklore molinés y sigue vivo en varias localidades. Es una manifestación de gran raigambre, en la que suelen coincidir elementos de tipo militar, religioso y social. Aunque hay bandereos en otras comarcas de la provincia, la mayor parte de ellos están concentrados en el Señorío, especialmente en la zona sur.
Hablábamos antes de bailes y danzas, de la pervivencia de la Loa y Danza de Molina, otro de los tesoros etnográficos de la comarca y, junto con los pollos, una de las pocas muestras de danza que nos van quedando, pues hubo otras, como las de La Yunta, que a pesar de los loables intentos de recuperación no han llegado a consolidarse.
En cuanto a las músicas de ronda, un poco más de lo mismo: muchos recuerdos en las personas más mayores, pero poca realidad. Las noticias que tenemos son intentos de recuperación de la tradición de los mayos (Molina, Orea, Corduente) y algunas rondas o rondallas en localidades rayanas como Cobeta, Maranchón y Riba de Saelices y en el mismo Molina, donde, además de la Rondalla, el Grupo “El Pairón” sigue su camino de repertorio renovado con temas de autor y con otros de música moderna.
Supongo que no faltarán localidades donde los días de verano se junten como antaño un grupo de antiguos músicos para rememorar mejores tiempos. Alguna noticia nos ha llegado.
Terminaremos con una noticia esperanzadora: la declaración de Bien de Interés Cultural (B.I.C.) para el “Toque manual de campanas de Alustante” va por buen camino. Nuestras felicitaciones para Alustante y para Diego Sanz, a quien también agradecemos la información facilitada para escribir este artículo, al igual que hacemos a Mari Carmen Blasco del Grupo El Pairón y a Álvaro Herranz, de Alcoroches.
José Antonio Alonso