El pasado fin de semana una nutrida representación molinesa llegó ilusionada a tierras de Córdoba para acompañar, como saben hacer los de la tierra, a su torero de cabecera, el sevillano de nacimiento pero con sangre checana, Juan Ortega, que nos brindó la lidia de dos reses bravas de la ganadería de Román Sorando, como no podía ser de otra manera para tan especial ocasión.
Hasta la cuna de la torería española llegaron familiares, amigos, conocidos y seguidores de Juan Ortega, expectantes ante la gran faena que se avecina el Domingo de Resurrección en la monumental Plaza de Las Ventas.
Y antes, allí, en La Carlota, Ortega definió una faena especial rodeado de su familia y amigos. Más de medio millar de seguidores llegados desde Checa, Molina, Guadalajara y otros muchos rincones de la geografía española y hasta de México para disfrutar de una lidia que, a decir del cronista taurino Jesús Ron, que fue de buen torero, “resuelto, natural, personal y por tanto intransferible, con su estética colocación y un singular manejo de los buenos de los engaños”.
En una recoleta plaza se disfrutó de lo lindo del temple y la pulcritud del toreo de Juan Ortega, y también de buenas y largas conversaciones entre aficionados y entendidos del mundo del toro. La jornada tuvo continuidad con una sobresaliente y concurridísima convocatoria cultural de la mano del periodista cordobés Antonio L. Aguilera, un “ortegano” convencido que sabe todo sobre Córdoba y el mundo de la tauromaquia, que deleitó a los participantes recordando a Manuel Jiménez Moreno Chicuelo, por el centenario de su alternativa, y uno de los grandes precursores del toreo moderno.
Y fue precisamente al inicio de este evento cuando se produjo uno de los hechos más emotivos de la jornada. El checano Juan Arrazola, un enamorado y ferviente admirador del toreo de Ortega, y miembro fundador del Círculo Taurino Juan Ortega, le hizo entrega, junto a la hermana del maestro, de un llamativo traje verde oliva y azabache que sin duda le dará todo la suerte del mundo para la que esperamos sea su gran tarde de gloria taurina del Domingo de Resurrección en Madrid.
En unas emotivas y brillantes palabras, Arrazola destacó la figura de los toreros como verdaderos “héroes”, deseando lo mejor a Juan Ortega en su carrera profesional y del que resaltó su humildad, formación y categoría humana.
Y si la jornada taurina del sábado en La Carlota ya fue de por sí emocionante, vibrante y completa, el domingo se cerraría con un espléndido recorrido también de la mano de Antonio L. Aguilera por la auténtica Córdoba cuna del toreo moderno, donde nacieron y se formaron maestros como Manolete, Lagartijo, El Guerra, Machaquito… una Córdoba popular, única, bella, limpia, llena de recuerdos taurinos llenos de simbolismo e historia entre cientos de naranjos plenos de vida en sus calles.