Molina de Aragón vivió una Semana Santa pasada por agua, pero ello no impidió que se viviera la tradición y que las cofradías de Jesús el Nazareno, de la Soledad y del Cristo Resucitado dieran esplendor a esta festividad, sorteando el agua y, en ocasiones, incluso resguardándose al abrigo de la iglesia de Santa María la Mayor de San Gil.
La Semana Santa también estuvo marcada por una circunstancia que hizo que la comitiva tuviera que variar su recorrido. Un edificio aledaño a la iglesia, donde antaño se encontraba la antigua imprenta de Aurelio, amenaza ruina y el temor de que el temporal y el retumbar de las trompetas y tambores de la Banda del Carmen provocara desprendimientos, sembró de vallas amarillas la entrada por la calle Capitán Arenas hacia la iglesia, de tal manera que sólo los pasos respetaron el recorrido tradicional, por la imposibilidad de que éstos pudieran salir por la travesía de San Gil o la calle Quemadales, mientras el resto de cofrades, participantes y la banda se encontraban con los mismos en la Plaza de San Pedro.
Así fue tanto en la procesión de la Hermandad de la Soledad, en Viernes Santo, como en la del Cristo Resucitado, el Domingo de Resurrección,porque la del Jesús Nazareno, en la tarde de Jueves Santo, tuvo que conformarse con recorrer el Vía Crucis en el interior de la iglesia, porque la lluvia no le permitió salir de su resguardo.
Este año, además, se notó la ausencia de la iniciativa que se ponía en marcha en 2015 y por la cual se representaba un precioso Vía Crucis en distintas estaciones que se salpicaban por las calles de la localidad, a lo largo del recorrido de la procesión. No pudo ser por problemas de agenda, pero de cualquier manera, el temporal no habría permitido su representación.
También tuvo lugar otro cambio en el guión debido a los chubascos impenitentes. La procesión del Viernes Santo por la mañana se quedó compuesta en la Ermita de la Soledad, por lo que tuvo que esperar a la tarde, justo antes de la Misa, para poder subir hacia la iglesia de San Gil recorriendo unas calles en las que había llovido sobre mojado. La lluvia concedía una tregua más tarde para hacer posible que los pasos volvieran a su ermita en el recorrido tradicional.
Casi por los pelos, la Virgen pudo encontrarse con el Cristo Resucitado en la Plaza Mayor el domingo, con una emotiva puesta en escena en la que volaron palomas, cánticos y aplausos. También pudo retornar hacia la Ermita de la Soledad después de la Misa, justo antes de que empezara a llover de nuevo.