En España vivimos una crisis demográfica, un problema hasta
ahora silencioso al que Castilla-La Mancha no es ajeno. Nuestros pueblos se
están vaciando y, ahora, ha llegado el momento de trabajar para revertir esta
situación y convertir nuestro medio rural en una tierra de oportunidades.
El trabajo para revitalizar nuestros pueblos requiere del esfuerzo de todas las
administraciones, los agentes sociales, los partidos políticos y de la sociedad
en su conjunto. Por eso, esta legislatura la despoblación ocupa un lugar
prioritario en la agenda de Castilla-La Mancha.
Este viernes, nuestra región dio un importante paso con la firma del Pacto
contra la Despoblación que, junto a la comisión creada en las Cortes regionales
para el mismo fin, demuestra que el Reto Demográfico nos preocupa y ocupa a
todos.
Se trata de un pacto importantísimo y pionero en nuestro país acordado con
agentes sociales, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) en
Castilla-La Mancha y los grupos de desarrollo rural, representados por
RECAMDER. Un pacto del que cabe destacar que busca la participación de todos lo
que tienen algo que aportar.
Y que se suma al trabajo que se realiza en el Parlamento autonómico con el
objetivo de impulsar propuestas e iniciativas que se plasmarán en una ley, la
Ley de Desarrollo Rural Territorial y contra el Despoblamiento en Castilla-La
Mancha.
La Comisión creada en las Cortes da voz a expertos en diferentes materias que
proporcionan su particular visión sobre la problemática de la
despoblación y las vías de solución y reversión de la misma.
Pero no quiero dejar de hablar de otro de los actores que hacen frente al
desafío demográfico y que merecen ser citados: los 29 Grupos de Acción Local
que trabajan por y para el mundo rural. Asociaciones ubicadas y mimetizadas con
el territorio que conocen sus fortalezas y debilidades, que se esfuerzan por
dinamizar sus comarcas y generar oportunidades, pero que necesitan de un
esfuerzo mayor, que excede a sus competencias, para conseguir medidas efectivas
para paliar la despoblación de las comarcas afectadas.
La población en Castilla-La Mancha ha aumentado un 16,87% entre 2000 y 2018 y,
sin embargo, siete de cada diez municipios han visto mermado su padrón
en este periodo, lo que demuestra que estamos frente a un claro ejemplo del
proceso de despoblación rural. En el medio rural, Castilla-La Mancha tiene una
densidad de población de 12,9 habitantes/km2, pero en determinadas comarcas la
situación es límite. Por ejemplo, en la comarca de Almadén y Comarca de
Campo de Montiel en la provincia de Ciudad Real, la densidad es de 9
habitantes/km2 y en la provincia de Guadalajara, dejando fuera el Corredor del
Henares, la densidad es de 4 habitantes/km2, mientras que la media en España
de 93 habitantes/km2.
Siendo conscientes de los datos, toca ahora tomar medidas, algunas de ellas ya
planteadas por los Grupos de Acción Local en el llamado Manifiesto de
Sigüenza, un decálogo de iniciativas para hacer más atractivo vivir en los
pueblos.
Este documento incide en varios aspectos como la necesidad de un desarrollo
normativo que reconozca la singularidad y necesidades jurídicas específicas
del mundo rural y una mejora de la financiación de las autonomías y de las
corporaciones locales. Porque para ir en serio con la despoblación necesitamos
un modelo de financiación que tenga en cuenta factores importantes como la
dispersión, la despoblación y la distancia de la población respecto a los
servicios básicos.
En Castilla-La Mancha tenemos claro que no queremos ser más que otras regiones,
pero tampoco menos y queremos unos servicios asequibles a todo el mundo, vivan
donde vivan.Es necesaria una apuesta por la comarcalización, buscando
municipios cabecera en cada territorio que sean el referente de su zona y que
sean capaces de nutrir de todos los servicios básicos.
Tampoco nos podemos olvidar del necesario cierre de la Brecha Digital. Nuestros
pueblos sólo recobrarán vida cuando las telecomunicaciones sean las mismas que
en cualquier núcleo urbano porque ayudará decididamente a asentar otro de los
puntos clave en éste ámbito, que las personas accedan a un trabajo de calidad.
Sin puestos de trabajo, sin profesionales, no hay vida en los pueblos.
Pero tampoco la hay si no sabemos que en nuestro entorno rural se vive bien,
contamos con una calidad de vida inmejorable. Por eso, tenemos que apostar por
la reputación de marca, sentirnos orgullosos de vivir en el mundo rural y
ofrecer ocio en nuestros pueblos sabiendo que, en ocasiones, el ocio para los
que vivimos en los pueblos, pasa por ir el fin de semana a un gran centro
comercial, al teatro o al centro de una ciudad, sin prisas. Tenemos que estar
orgullosos de vivir en nuestros pueblos, simple y llanamente porque se vive
bien y tenemos que darlo a conocer.
En definitiva, sabemos que no hay soluciones mágicas contra la despoblación,
celebramos los pasos que se están dando. Porque estamos en buena dirección.
María Jesús Merino
Alcaldesa de Sigüenza y diputada regional